Historia de la Ciudad de
México
Pocas ciudades en el mundo
poseen una historia tan rica y antigua como la Ciudad de México, urbe cuya zona
metropolitana ha albergado importantes asentamientos humanos desde hace más de
2 mil años.
Etapa
prehispánica (2000 a.C. - 1521)
La cuenca de México, está
delimitada al sur y al poniente por las estribaciones de la Sierra del Ajusco,
al norte por la Sierra de Guadalupe y al oriente por los volcanes Popocatépetl
e Iztaccíhuatl. Ubicada a 2,240 metros de altura sobre el nivel del mar, esta
región lacustre, caracterizada por su suave clima y riqueza de recursos
naturales empezó a ser habitada desde tiempos remotos. Varios miles de años
atrás, la cuenca de México junto con otras regiones de Mesoamérica fueron el
sitio donde se desarrolló una de las más importantes revoluciones agrícolas de
la humanidad, cuando se domesticaron en sus tierras el maíz, el tomate, la
calabaza, el chile, el chocolate, entre otras importantes especies de animales
y vegetales que con el tiempo constituirían parte fundamental de la dieta no
sólo en el continente americano sino en amplias regiones de Europa y Asia.
Siglos más tarde, alrededor
del año 1000 a.C. empezarían a florecer en las riberas del Lago de Texcoco
varias villas y pequeñas aldeas dedicadas en un principio a la agricultura pero
que con el tiempo verían surgir en ellas otras actividades como la cerámica y
el comercio. La raíz de la prosperidad agrícola de estas aldeas estaba basada
en el modelo de chinampa, un sistema de
explotación intensiva de la tierra mediante la construcción de islas
artificiales sobre los lagos de la cuenca que eran fertilizadas por el suelo y
la materia orgánica depositada en el lago, y que contaba con una provisión
permanente de agua que permitía tener varias cosechas al año. Este modelo
agrícola estimuló la consolidación de sociedades teocráticas altamente
desarrolladas de entre las cuales destacan especialmente la de Cuicuilco al sur
del Valle de México y la de Teotihuacán al norte, esta última llegó a tener más
de 100 mil habitantes en su periodo de mayor esplendor, siendo la ciudad más
poblada del mundo en su tiempo y centro político, cultural y económico de una
de las más influyentes civilizaciones de la América precolombina. Ambas
ciudades sufrieron el embate de la fuerzas de la naturaleza, Cuicuilco vio su
fin en medio de la lava y las cenizas ardientes del Volcán Xitle. Teotihuacán
sufrió una sequía a consecuencia de la sobreexplotación de sus recursos
naturales que junto con problemas políticos internos y la llegada de invasores
de Aridoamérica, pusieron fin a varios siglos de hegemonía en el México
Central.
Cientos de años más tarde,
cuando el nombre de estas antiguas ciudades era ya fuente de inspiración de
mitos y leyendas, la cuenca de México empezó a recibir nuevos grupos de
pobladores pertenecientes a tribus provenientes del norte, que tenían como
lenguaje común el náhuatl. Estas tribus se fueron abriendo paso entre los
grupos que seguían habitando la región, aprendieron algunas de sus costumbres y
técnicas agrícolas, estableciendo varias ciudades que con el tiempo formarían
una compleja red de centros productivos y de intercambio comercial en todas las
inmediaciones del Lago de Texcoco. Algunas de estas ciudades fueron
Azcapotzalco, Culhuacán, Texcoco, Mixcoac y Tlacopan, entre otras, pero
especialmente una, la más nuevas de todas, empezaría a adquirir gran poder
hasta el punto de prácticamente igualar el esplendor que algún día tuvo
Teotihuacán, se trataba de una ciudad fundada en un islote en medio del lago,
su nombre era México – Tenochtitlan.
México – Tenochtitlan, cuyo
nombre significa “en el ombligo de la Luna” fue fundada el 13 de marzo de
1356.Tras aprovechar varias oportunidades tácticas en medio de una serie de
conflictos militares entre las ciudades ribereñas del Lago de Texcoco,
Tenochtitlan rápidamente se convirtió en centro de un imperio que tras una
intensa campaña de expansión amplió sus dominios a tierras tan lejanas como
Chiapas y Centroamérica a lo largo de dos siglos, controlando gran parte del
territorio de Mesoamérica desde las costas del Golfo de México, al este, hasta
el Océano Pacífico, al oeste. De esta manera, Tenochtitlan creció hasta
convertirse en una de las más prosperas y pobladas urbes del siglo XV en el
mundo, contando sus habitantes con servicios que eran desconocidos en esa época
en la mayoría de las ciudades del viejo mundo tales como agua potable, drenaje,
en otros. Sus calles eran amplias y pavimentadas, y estaban organizadas en
torno a cuatro calzadas que partían desde una inmensa plaza en el centro de la
ciudad hacia los cuatro puntos
cardinales dando lugar a una ordenada cuadrícula ortogonal integrada por calles
pavimentadas y canales por donde llegaban mercancías tanto de localidades
ribereñas como de los puntos más remotos del imperio. En el centro de esta
ciudad se ubicaba el centro ceremonial, mismo que se caracterizaba por sus
altas pirámides realizadas en mampostería así como por las celebraciones
rituales que incluían desde bailes y ceremonias hasta sacrificios humanos.
A principios del siglo XVI,
en pleno esplendor de Tenochtitlan, un acontecimiento cambió para siempre la
ciudad del mundo, el descubrimiento de
América y años más tarde la expedición del español Hernán Cortés a territorios
de la actual República Mexicana. Fue así que en 1519, tras haber recorrido gran
parte de Mesoamérica con un pequeño ejército de españoles pero aliado con una
gran milicia conformada por pueblos indígenas enemigos de Tenochtitlan, pero
sobre todo portando consigo algunas enfermedades desconocidas en el Nuevo
Mundo, como la viruela, Hernán Cortés fue recibido por el emperador Moctezuma
II, quien fue apresado poco después.
Tras una serie de
levantamientos populares y la expulsión del ejército español, Tenochtitlan fue
sitiada en mayo de 1521 y después de sufrir durante tres meses la falta de agua
y alimentos, así como el azote de las nuevas enfermedades traídas por los
europeos, México – Tenochtitlán cayó el 13 de agosto de 1521.
Etapa
Virreinal (1521 - 1821)
Tras finalizar la conquista
de Tenochtitlan, los españoles se asentaron provisionalmente en una de las
poblaciones ribereñas del sur, Coyoacán, misma que fue el punto de partida para
el avance militar durante los primeros años de la Conquista hasta que en 1528,
se nombró a México (La Antigua México – Tenochtitlan) como sede de la Audiencia
de México y ocho años más tarde, capital del Virreinato de la Nueva España,
edificándose la ciudad española sobre los restos de la ciudad indígena tomando como punto de partida la
traza ortogonal de sus calzadas principales y conservando el gran espacio
abierto de la antigua zona ceremonial, que con el trascurso de los años se
convertiría también en la gran plaza central de la Ciudad de México, en torno a
la cual se edificó la sede del gobierno virreinal y la primera piedra de la
futura catedral de México, sede del poder religioso. De esa manera quedó
instituido un modelo de ciudad que
sirvió de base para la fundación de otras ciudades en el territorio mexicano y
el resto de Latinoamérica.
Con el transcurrir del siglo
XVI el sector indígena de la población continuó sufriendo distintas epidemias
que mantuvieron la población por debajo de los niveles que había tenido durante
la época prehispánica, pero pronto habrían de darse en ella importantes
fenómenos sociales, culturales y económicos como el mestizaje, la llegada de
varias órdenes religiosas que difundieron incesantemente el cristianismo, el
cultivo de otras especies vegetales y la cría de ganado, así como la
consolidación de una administración local que desde la Ciudad de México
controlaba la impartición de justicia, el recaudo de impuestos y la vigilancia
de las leyes provenientes desde la metrópoli, en un amplio territorio que
abarcaba la totalidad del actual México, Centroamérica, Filipinas, California,
Colorado, Nuevo México y Texas, en un virreinato que era la joya de la corona
del Imperio Español.
En
ese contexto, durante los tres siglos de gobierno virreinal, la Ciudad de
México fue un punto político de primer nivel que a pesar del control por parte
del imperio, logró conservar una relativa autonomía respecto de ésta, sobre
todo en los aspectos de administración virreinal y comercio, convirtiéndose en
una destacado centro de intercambio de mercancías provenientes tanto de Europa
como de Asia, así como en un brillante centro cultural que fue sede de la
primera imprenta y de la primera universidad de las Américas. Como sede del
arzobispado de México, la ciudad atestiguó la construcción de una inmensa
cantidad de conventos y templos, la mayoría de ellos realizados en estilo
barroco que por su riqueza y magnitud rivalizaban con los construidos por los
europeos. Así, durante la última etapa de la época virreinal, la Ciudad de
México era considerada una de las ciudades más impresionantes construidas por
los europeos en ambas partes del Atlántico, una auténtica “Ciudad de Palacios”
como la definiera a finales del siglo XVIII, el científico y viajero alemán
Alexander von Humboldt. De esta época de la historia datan la mayor parte de
las construcciones del Centro Histórico, la Alameda Central (primer parque de
la ciudad), el Paseo de Bucareli y un sinnúmero de construcciones religiosas
dispersas por toda la zona metropolitana, así como los barrios tradicionales de
Coyoacán, San Ángel y Tlalpan.
Siglo
XIX
Las reformas borbónicas
trajeron cambios radicales mediante una tenaz política impositiva, la cual,
además de ordenar la administración virreinal también significó una excesiva
carga impositiva que con el propósito de financiar las guerras del imperio
español en Europa, debilitó severamente la economía de la Nueva España. Lo
anterior sumado a los problemas sociales que se venían acumulando desde tiempo
atrás, sobre todo la falta de oportunidades para los nacidos en América dentro
del gobierno virreinal, así como la frágil situación de España en ese tiempo,
generó un gran descontento que precipitó en la independencia de la Nueva
España, conocida desde ese momento como México.
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Tras
la caída del imperio y el restablecimiento de la república, la Ciudad de México
vivió un periodo de gran desarrollo económico, promovido por el establecimiento
de vías de ferrocarril, fábricas y comercio de gran escala, del cual son
muestras los grandes almacenes abiertos en el Centro Histórico como El Palacio
de Hierro y el Puerto de Liverpool que permitían a los sectores más acomodados
de la sociedad acceder a las novedades del mobiliario y moda de Europa. Es en
esta época cuando se fraccionan los primeros ensanches de la ciudad la Colonia Guerrero, Santa María La Ribera y
la actual colonia Tabacalera como asiento de la emergente clase media. También
en ese entonces el gobierno inició una importante serie de trabajos para
conmemorar el centenario de la independencia en 1910 que incluyó la
construcción de importantes edificios públicos como el Palacio de
Comunicaciones, el Palacio Postal y el Palacio de Bellas Artes, así como varios
de los hitos que conforman el eje monumental del Paseo de la Reforma,
destacando especialmente el Ángel de la Independencia, que se convertiría en el
nuevo símbolo de la ciudad.
Siglo
XX
Como contrapunto a las
celebraciones del centenario, el 20 de noviembre de 1910 dio inicio la
Revolución Mexicana como respuesta a la enorme desigualdad social y la falta de
claridad en las elecciones presidenciales. Tres años más tarde, en medio de la
convulsión política, la ciudad de México
vio uno de su días más sangrientos en la Decena Trágica cuando un golpe de
estado apoyado desde el exterior y por la jerarquía católica depuso al gobierno
democrático. Años más tarde cuando el país regresaba a la normalidad, poco a
poco la economía se fue recuperando y se inició una amplia política social con
la creación de hospitales y escuelas públicas como resultado del espíritu de la
revolución. De esta manera en la década de los treintas, la ciudad vivió una
gran efervescencia cultural que se manifestó en las decenas de murales
plasmados en los muros de instituciones públicas, los movimientos literarios
así como la presencia de destacadas personalidades mundiales como León Trotsky
y Marcel Duchamp. Al mismo tiempo se consolidaban amplias zonas de la ciudad
como la Colonia Condesa, la Colonia Roma y la Colonia Del Valle, al tiempo que
se creaban nuevos fraccionamientos al poniente como Polanco y las Lomas de
Chapultepec, y al sur siguiendo la traza de la Avenida de los Insurgentes.
En
la década de los cuarentas la economía de la ciudad tuvo un fuerte desarrollo que atrajo a un
gran número de inmigrantes procedentes del campo, quienes al llegar a la ciudad
se asentaban en barrios irregulares sin los servicios necesarios por lo que se
inició la creación de los primeros proyectos de departamentos en edificios
multifamiliares, siendo el pionero el Centro Urbano Presidente Alemán al sur de
la ciudad. Se fraccionaron nuevamente grandes extensiones al sur al momento que
la ciudad alcanzaba el millón de
habitantes.
En 1952 se inaugura la
Ciudad Universitaria, síntesis e ícono de los logros de la revolución y de la
búsqueda de una identidad nacional que buscara el desarrollo del país por medio
de la ciencia y el conocimiento al mismo tiempo que en el norte de la
ciudad se fundan los primeros
fraccionamientos al estilo suburbano norteamericano y la mancha urbana
sobrepasa los límites del Distrito Federal.
En 1968 la ciudad de México es sede de los Juegos Olímpicos,
por primera vez en un país de habla hispana, se desarrolla infraestructura
urbana y deportiva en toda la ciudad para
la ocasión. De manera previa un movimiento estudiantil hermanado con otros
similares alrededor del mundo, realiza una serie de protestas y movilizaciones
en la ciudad propiciado por la falta de
democracia y libertades civiles de la época. El movimiento es reprimido por el
gobierno pero sienta las bases para el cambio democrático de las décadas
siguientes. En 1969 se inaugura la red del metro, un sistema de transporte
necesario para movilizar a la población que aumenta de manera exponencial
debido a las mejoras de la calidad de vida y el crecimiento urbano.

Ana Laura Juárez Zárate, Departamento de Información y Servicios Públicos DPI MINNUM 2013.